viernes, 28 de diciembre de 2012

Tiny wish


Si en mis brazos un día encontraste señales de amor
si tu cuerpo ardió de deseo junto al mío
si tu alma lloró de felicidad al escuchar mi voz del otro lado del teléfono
si tu espíritu se estremecía con tan sólo un beso
si el verme llegar cada tarde era tu sueño más secreto
si el verme reír te daba sosiego
si el imaginarme con otro al lado te desquiciaba los sesos. 
Si queda un sólo rastro de lo que algún día fuimos, permíteme la osadía de reclamarte la negativa de tu regreso. 

Permíteme exigirte que gires de dirección, que cambies tu rumbo, que retrocedas en tus pasos, que des la vuelta en U de camino a mis brazos.
Si fuiste mi error, quiero equivocarme una vez más, quiero equivocarme siempre.
Si tuve un descuido, déjame remediarlo regalándote la nueva constelación que inventé esta noche para ti. 
Y dime, que no fuimos un desacierto, que nos sacamos la lotería, mas no que somos un juego
que soy tu éxito, tu fortuna, tu ventura, mas no tu aventura
que soy diferente al resto, que soy desigual, única y especial. 
Que no soy tu recreo, ni tu hora de esparcimiento, ni tu distracción, y menos tu pasatiempo. 
Que el cariño es constante, inmortal y perpetuo, que cuando se quiere, se quiere hasta el cielo, que si fue amor, que sea eterno, mas sino, húndete en el infierno.






miércoles, 5 de diciembre de 2012

Run off


Crucé la pista sin mirar, mientras las bocinas de los autos detonaban en mis tímpanos. Y dentro de los autos, sentí las miradas lascivas de los taxistas observándome en el rojo del semáforo. Me detuve a contemplar a la gente que no había dentro de los restaurantes, a la gente dentro de las oficinas angustiada por largarse, a la gente que caminaba en la misma acera que yo y me miraba desconcertada pensando si estaba drogada o no. Me detuve a contemplarte en mi mente, lejos, volviendo a tu mundo, a tu realidad, escapando de mi, huyendo porque quieres, porque es tu destino. Pero no podía mirarme a mi, porque ya no era yo, porque te llevabas gran parte de mi, en tu equipaje de mano, en tus bolsillos, en tus ojos, entre tus manos. 
Frente al espejo, no era yo, era sólo una imagen distorsionada de mi, y las lágrimas caían, y mi mundo se iba destruyendo, se iba cayendo a pedazos junto conmigo, pensando si esta es la vida que merecemos, distanciados, si esta es la vida que merezco, con una persona que huye y vuelve de vez cuando, y yo siempre, siempre, ando esperando.  

jueves, 8 de noviembre de 2012

Tengo



Tengo la angustia atravesada en mi garganta de pensarte en otros brazos

Tengo las ansias impregnadas en mi ropa vociferando que corra a rescatarte

Tengo tus te amo gritando en mis oídos, tus promesas a flor de piel, tus labios bajando por mi ombligo

Tengo tus gemidos retumbando en mi cabeza y las marcas de tus uñas laceradas en mi piel

Tengo el fantasma de tu cuerpo durmiendo aquí en mi cama, que pernocta en mi almohada, se pierde entre mis sábanas y cobija como ángel de la guarda

Tengo mis te extraño amarrados a la punta de mi lengua, y mi vida hecha pedacitos desde que escapaste por esa puerta

Tengo un corazón traicionero, que me engaña y finge no amarte, que acepta tus palabras aunque sepan a mentira, como látigos de fuego que acrecientan más la herida

Mas no tengo quien gobierne en las noches de tu ausencia, y aunque sé que tengo libertad e independencia, se acaba con una mirada tuya que me subordina al régimen de tu existencia

jueves, 11 de octubre de 2012

Dos para la una



Quiero olvidarme de mí, desechar los recuerdos.
Quiero olvidarte a ti, la totalidad de mis recuerdos.

Olvidar esas noches frías y mezquinas vividas bajo la neblina de esta ciudad, que se pone de acuerdo contigo para acariciarme en mi llegada, y hacerme sentir propia de tí.
Olvidar las mañanas apasionadas, en que desbordábamos amor, sintiéndose uno más dueño que el otro, y apropiándose del cuerpo ajeno, para vivir en auge el amor. 
Olvidar las canciones que sonaban acompañándonos al galope de nuestro corazón.
Pero, cómo olvidar que vivimos sin rumbo fijo, sin lugar a donde ir, cayendo en el lugar más impensado, deambulando por calles, sin importar el que pasara, el que haremos. Importándonos tan sólo el seguir vivos, estar felices, y por sobre todo, juntos.


Se nos hace difícil imaginarnos un futuro separados, la costumbre entrelazó nuestras vidas, y hoy nos las arrebata con ferocidad, obligando a cada uno a tomar su propio camino, a continuar cada uno con su vida.
Me aterroriza la idea que se ha marcado en mi, la del para siempre, cada vez más inexistente.
Me aterroriza que estas lágrimas tortuosas que resbalan por mis mejillas fluyan cada vez más recurrentes. Y empalmada a ellas, retumbe en mi mente la palabra “error”, como herida punzo-cortante, como eco en el alcor.

No quiero sentir ninguna emoción a la mención de tu nombre. No quiero envolverme en excites traicioneros, que terminan siempre huyendo por mi puerta.
Hoy es la marcha de un amor autoritario y dictador que desvaneció toda ternura. La marcha de un amor déspota y mandón, que volcó dulces alegrías en calamitosos llantos.
Y con tu ida, nace una loca vida; una pasmosa y falsa felicidad que enmascara mi mundo, y tergiversa mi realidad, apaciguándome del peso que trae consigo la verdadera felicidad.
El reloj se ha detenido, mis manecillas se colgaron en ti. Y ahí prefiero que permanezcan, sin avance, ni retroceso, en un detenimiento permanente, puesto que no estoy dispuesta a girar alocadamente mis minutos y horas en torno a ti.

Hoy el corazón me palpita con angustia, tan sólo tiene unas ganas voraces de arrancar el pericardio y explotar, desgarrarse en mil pedazos de fibras y no poder resucitar.
Tengo extrañas sensaciones de cómo la vida cambia sin dar aviso, de cómo el amor se aleja sin pedir siquiera permiso. De cómo el mundo ha dado tantas vueltas, pues, mis lágrimas son menores, y las tuyas se acrecientan.
Porque estoy forjando una férrea muralla a mis alrededores que impida el paso a tropas enemigas que quieran derribarme y hacerme partícipe de tu amor una vez más.
Hoy, me creí la más fuerte, mas estas lágrimas, son índice de que tus palabras aun me descomponen de manera voraz.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Distorsión


Los celos y la desconfianza son una combinación maquiavélica, nos convierte en monstruos, en personas irreconocibles, nos apaga toda dulzura, nos arrebata todo amor, y nos transforma en seres salvajes, primitivos, maniaco-obsesivos dispuestos a matar, a dejar la ponzoña letal en sus seres más amados. Estoy inhalando, y no es coca, estoy inhalando tu indiferencia, que viaja desde cientos de kilómetros y llega a impactar desde mis fosas nasales hasta mis alvéolos. Y a los segundos puedo describir como se va haciendo presa de mi, como una droga destinada a matar, que empieza por incitarte a meterte en tu cama todo el día, con niveles de ansiedad rebasando los límites normales, con desniveles de autoestima, autocuestionamientos, incluso sientes emerger sentimientos de arrepentimiento jamás registrados.

Es increíble como la misma persona que te hace muy feliz, o intenta hacerlo, o te lo hace creer, pueda hacerte sentir muy mal a la vez. Y empiezan a relucir preguntas tales como ¿Será que te embarga con más frecuencia la tristeza que la felicidad? ¿Será que esta relación te da más infelicidades que alegrías? ¿Será que no te has dado cuenta que tu relación siempre se ha basado más en lágrimas que en sonrisas? Y aun así has tratado de esconder toda la melancolía reprimida en un cajón, en un bolsillo, en tu cartera, o en el fondo de tu corazón. Y comienzas a sentir la resaca, la resaca de todo ese tiempo de no llegadas, de soledad, de llorar con tu almohada, de abrazar a los peluches con los que duermes, de apretujar las sábanas de la rabia, de los efectos que conllevan a tener que superar tus dificultades sola, tras la puerta de tu habitación, sin estímulos propios para seguir, sin una motivación más. De no tener ya las mismas ganas que siempre, de mandar todo al carajo, de mandarte al carajo, antes que seguir viendo como nos desmoronamos ante leves sismos. Cuando pensábamos que teníamos una buena infraestructura, unos buenos cimientos labrados con mucho ímpetu y contrariedad. Hoy parece que todas esas contrariedades que solíamos cruzar, creyéndonos soberanos del mundo, estaban ahí porque esto no debía continuar, y sin embargo,  estuvimos ahí luchando hasta el último cartucho, y hoy parece, que en verdad ha sido el último que nos quedaba.

Ese oasis que visitamos un par de veces, y donde nos creímos dos aventureros invencibles con todo su poderío y su máximo auge, hoy nos muestra que estuvimos todo el tiempo frente a un espejismo, que estuvimos siempre del otro lado, y hoy parece que se disuelve, y todo y todos caemos al pavimento, caemos en la realidad.